Las
3 palabras del título podrían tomarse como sinónimos de “alma humana”, (aunque
la “conciencia”, como veremos, puede ir más allá del intelecto y transformarse
en ‘conciencia intuitiva o búdica’).
El Intelecto es una capacidad en
latencia y potencia en el ser humano. La individualidad álmica en el hombre
nace con esta capacidad en latencia, la cual deberá ser desarrollada mediante
el proceso de reencarnaciones sucesivas hasta llegar a despertar la capacidad
de pensar claramente, de razonar y de comprender.
Es decir que siendo el intelecto una capacidad en potencia en
el hombre, la inteligencia es esa
capacidad ya desarrollada y en acción. Inteligencia es intelecto ya con cierto
desarrollo, y a veces con la influencia de Buddhi.
La inteligencia más desarrollada
involucra no solo al ‘pensar’ sino también al ‘sentir’. Inteligencia es ver,
comprender la esencia o verdad de algo. Por lo tanto el intelecto más
desarrollado, el cual llamamos inteligencia, es el resultado de la práctica
constante del discernimiento. El
ejercicio constante de la reflexión, del discernimiento, en todos los aspectos
de la vida, es la actividad que va abriendo un “túnel” de energía sutil entre
la mente concreta y la mente abstracta. Ese ‘túnel’ es el antakarana (que ya citamos antes).
Ahora bien, cabe aquí hacer una
distinción: Intelecto e inteligencia son facultades de la mente humana, y se
pueden tomar como sinónimos de “alma humana”, ya que como vimos el alma humana está en la parte más sutil
del plano mental y se relaciona con el desarrollo de conciencia mental a través
de la iluminación del Intelecto en forma progresiva. Pero la evolución de la
conciencia del hombre no se queda allí…, ya que al ir adquiriendo las facultades
del entendimiento a través del intelecto, el Alma o Ego comienza a tener
experiencias de un nivel superior al mental, el nivel Búdico. Buddhi es un principio superior a manas (mente) y tiene que ver con la
comprensión de la unidad de la Vida y con el aspecto Amor y Sabiduría (no un
amor sectario…, sino amor impersonal y trascendente, hacia todo y todas las
cosas…). Por lo tanto este principio, Buddhi, comienza a tomar “materia
consciente en el alma recién cuando el Cuerpo Causal de ha abierto lo suficiente
gracias al desarrollo del Intelecto. Entonces podemos decir que:
1- La
conciencia mental se va alquimizando
en conciencia búdica.
2- El
alma humana se va transformando en alma divina.
3- A
medida que se completa el cuerpo mental
del hombre (Cuerpo Causal), se comienza a construir un nuevo cuerpo o vehículo
de conciencia: el cuerpo búdico o
vehículo de luz.
El alma humana es conciencia,
comprensión, es una multiplicidad de cualidades del entendimiento. Pero las
cualidades del entendimiento deben ser desarrolladas, ya que el hombre, en los
inicios de su evolución, no recibe un alma individual ya desarrollada, llena de
ricas cualidades de comprensión…, sino que recibe ‘herramientas’ y
‘oportunidades’ para tal desarrollo.
Recordemos
que el alma humana o Cuerpo Causal es
como un “burbuja” de materia sutilísima mental que debe ser llenada de
‘cualidad’, y esto lo logra el hombre a través de la asimilación de las
experiencias de la vida. La asimilación de las experiencias es un proceso
lento y amargo durante la primera etapa de la evolución del hombre, ya que se
encuentra con experiencias dolorosas de todo tipo que no puede ‘digerir’ al no
tener aún discernimiento ni inteligencia. Si embargo, durante esa etapa, que
lleva muchas vidas, la asimilación de las experiencias que el hombre no puede
digerir en vida, se asimilan en el Devachán (la mente superior, el “Cielo” de
los cristianos) después de cada desencarnación. Es decir que en el intervalo
entre vida y vida, el alma humana se recoge en su intimidad y asimila la
esencia de aprendizaje que pudieron dejar las existencias materiales. Además,
en ese lapso programa la existencia siguiente de acuerdo a la necesidad álmica.
La necesidad álmica siempre es “la
apertura de la Flor del Alma”, que es lo mismo que decir: “la generación de
comprensión, de conciencia”.
La
primera etapa de asimilación (inconsciente, como vimos) de las experiencias de
la vida, que comienzan a abrir los pétalos de la rueda externa del Loto Álmico,
producen la primera iniciación menor en el Ego. Este evento interno es
inconsciente, ya que a esa altura aún el hombre no se interesa por estos
temas…, como para ser consciente de las razones y causas de los cambios que
experimenta. Sin embargo el cambio que se produce es igualmente importante, ya
que es un cambio en el “sentir” del peregrino.
Cuando
se habla de “iniciación” humana, desde un punto de vista esotérico, siempre la
referencia es al Alma, al Ego, no a la esporádica personalidad humana. Es el
Alma la que se ‘inicia’, es decir, la
Conciencia la que se gradúa o “inicia” en una nueva comprensión. Este es el
significado correcto en cuanto a la palabra ‘Iniciación’.
En
la 1° iniciación menor (que aún no es la verdadera “Primera Iniciación”, sino
el primer paso preparatorio hacia la misma), el ser humano ha asimilado en
buena medida, y traspasa finalmente, la parte meramente física de su
existencia, y descubre un sentido de belleza que antes no tenía, por que su
vida era hasta entonces muy burda y dedicada tan solo a las necesidades y
apetitos básicos y materiales. Cuando a partir de una rueda de asimilación de
experiencias de ‘vidas’, el alma adquiere una consciencia de comprensión
distinta, esto se traduce, como dijimos,
en el “sentir”, llevando al hombre a descubrir por vez primera la
belleza en el arte y la devoción religiosa, aunque aún en forma infantil o
imperfecta. Se siente movido por primera vez a ‘crear’ y a ‘creer’. Comienza
aquí el desarrollo del intelecto, el cual necesitará de muchas vidas más para
cultivarse, cosechando más adelante inteligencia, y finalmente sabiduría.
La
2° iniciación menor (que es un paso más para llegar a la verdadera 1°
Iniciación), es un avance más en comprensión que abre la segunda rueda de
pétalos del Alma. En esta etapa el intelecto ya está en actividad, aunque aún
no puede el peregrino reflexionar con hondura y claridad, por que sus emociones
lo ciegan. Esta etapa, es justamente una gran prueba de conocimiento y
asimilación de las emociones. Las enfermedades del alma (si es que se puede
emplear esa frase…) tienen su raíz principal en trabas a nivel astral, y el
superar esas trabas es sanación interna.
La
verdadera enfermedad en esencia, es la consciencia de ser un yo separado del
resto y el apego emocional a esa idea. Ir superando en conciencia a ese “yo
pequeño y pobre”, es sanación para el alma, por que el propósito del alma es la
expansión de la conciencia, es decir, la expansión del YO, con comprensión. Por
lo tanto, esta 2° Iniciación (de las menores o preparatorias) es un avance en
conciencia relacionado a este tema. El peregrino experimenta un nuevo cambio en
el “sentir” que lo lleva a un despertar de la compasión a través de una
especial apertura del chakra cardíaco. Esto ocurre por que la segunda rueda de
pétalos álmicos, los pétalos de amor, se abren. La caridad y la compasión nacen
por primera vez en el peregrino al experimentar esa ‘apertura’ cardíaca; aunque
por supuesto, tal apertura es tan solo el primer paso importante del despertar
del corazón, aún plagado de impurezas en la conciencia.
La
3° iniciación menor, que le sigue a las otras 2 etapas citadas, es la verdadera
PRIMERA INICIACIÓN. Mientras en la 1° y 2° iniciaciones menores o preparatorias
el peregrino fue superando y asimilando experiencias en los niveles físico y
astral respectivamente, en esta ocasión la experiencia se polariza en el plano
mental. Es recién en esta etapa donde el hombre va adquiriendo la capacidad de
razonar y reflexionar con más profundidad. Se interesa por los problemas
existenciales y puede sentirse llamado al estudio de filosofía, esoterismo,
ciencia, cosmogonía, y temas relacionados a las profundidades de la Vida. Su
“sentir” se refina y su discernimiento de agudiza. Aprende a elaborar
creativamente pensamientos abstractos y a sintetizar ideas, y aplica esa capacidad
para comprender los asuntos que la vida le presenta y para entender los
problemas mundiales. Puede utilizar esa capacidad para servir a la solución de
problemas, y convertirse en un filántropo.
En
síntesis, podríamos decir que en esta etapa el hombre se convierte en un
pensador, y si recordamos que uno de los sinónimos de Alma humana en Teosofía es “el
Pensador” (de “manas”:
mente; raíz del sánscrito “man”: ‘pensar’),
veremos que esta etapa es la correspondiente a la integración y fusión entre
alma y personalidad. La personalidad se une funcionalmente con su alma y el
hombre se convierte conscientemente en ‘el pensador’. El puente del intelecto (antakarana) se ha construido, y la
atmósfera del alma ya está en el hombre a consciencia. La Flor del Alma se ha
abierto más y su perfume, el aroma del Ego, desde su propio plano, inspira
creativamente el pensar y el sentir del hombre físico.
La
gran 1° Iniciación es entonces la que señala el evento clave de que el Alma
comienza a regir la vida de la personalidad humana. A partir de aquí se puede
decir que la conciencia del peregrino es, en gran proporción, “Conciencia
álmica”, al menos en un nivel mental ya con buen desarrollo.
Estas
3 grandes etapas del alma humana que llevan a la 1° gran Iniciación desarrollan
en gran medida los átomos físico, astral
y mental permanentes que existen en el Cuerpo Causal. El desarrollo de
estos átomos dará lugar posteriormente al desarrollo de niveles superiores,
donde existen los átomos búdico y átmico
permanentes, los cuales también deberán en etapas posteriores, adquirir
cualidad de materia consciente.
A
partir del desarrollo de estos 2 átomos permanentes superiores se desarrollará
el Cuerpo de Luz o Cuerpo
Espiritual, con materia búdica y más adelante, átmica. Este “nuevo vehículo” da
lugar al desarrollo más pleno de la conciencia
búdica, también llamada conciencia
crística o solar (aspecto “Hijo”.
Pétalos de amor y sacrificio), y posteriormente a la conciencia átmica (aspecto “Padre”.
Pétalos de voluntad espiritual). Cuando tales niveles de conciencia han sido
conquistados, significa que la Flor del Alma en el Cuerpo Causal ya ha abierto
sus 12 pétalos, y que por lo tanto, el propósito del Cuerpo Causal ha sido cumplido.
Entonces este desaparece, siendo absorbido por el Cuerpo de Luz o Vehículo
Monádico (como también le podríamos llamar) que se fue entretejiendo a partir
del desarrollo de los átomos búdico y átmico permanentes.
Lo
recién expresado deja ver que el Cuerpo
de Luz nace mientras se está abriendo el Loto Egoico en el Cuerpo Causal.
Durante una etapa estos dos procesos son simultáneos. Dicho con otras palabras,
que significan lo mismo, diríamos que “mientras el alma humana transita su última etapa de desarrollo, el alma divina nace y se va formando”. No
hay que olvidar que estos son, todos, aspectos de la Conciencia, que va
experimentando procesos de alquimia, transformación y expansión.
Recordamos
que el Cuerpo Causal existe en el
plano mental superior, es una ‘burbuja’ de materia mental, mientras que el
nuevo Cuerpo de Luz está formado de
materia mucho más sutil y refinada (de los planos búdico y átmico).
Estos
últimos procesos sintéticamente explicados pertenecen a la 4° y 5° iniciaciones
(que son verdaderamente la 2° y 3° desde el punto de vista de la Jerarquía).
Como
hemos podido ver, todas las etapas sucesivas de evolución de la conciencia del
hombre tratan en primer lugar del desarrollo cada vez más pleno del intelecto,
y luego del desarrollo de Buddhi (Intuición: ver la esencia de unidad en todo),
y más allá…, hasta alcanzar la comprensión del SER, el sentimiento y
entendimiento cabal del “Yo Soy” ilimitado.
Hasta
la próxima!!!
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