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lunes, 4 de noviembre de 2013

6- INTELECTO – INTELIGENCIA – CONCIENCIA



            Las 3 palabras del título podrían tomarse como sinónimos de “alma humana”, (aunque la “conciencia”, como veremos, puede ir más allá del intelecto y transformarse en ‘conciencia intuitiva o búdica’).

            El Intelecto es una capacidad en latencia y potencia en el ser humano. La individualidad álmica en el hombre nace con esta capacidad en latencia, la cual deberá ser desarrollada mediante el proceso de reencarnaciones sucesivas hasta llegar a despertar la capacidad de pensar claramente, de razonar y de comprender.

            Es decir que siendo el intelecto una capacidad en potencia en el hombre, la inteligencia es esa capacidad ya desarrollada y en acción. Inteligencia es intelecto ya con cierto desarrollo, y a veces con la influencia de Buddhi.

            La inteligencia más desarrollada involucra no solo al ‘pensar’ sino también al ‘sentir’. Inteligencia es ver, comprender la esencia o verdad de algo. Por lo tanto el intelecto más desarrollado, el cual llamamos inteligencia, es el resultado de la práctica constante del discernimiento. El ejercicio constante de la reflexión, del discernimiento, en todos los aspectos de la vida, es la actividad que va abriendo un “túnel” de energía sutil entre la mente concreta y la mente abstracta. Ese ‘túnel’ es el antakarana (que ya citamos antes).

            Ahora bien, cabe aquí hacer una distinción: Intelecto e inteligencia son facultades de la mente humana, y se pueden tomar como sinónimos de “alma humana”, ya que como vimos el alma humana está en la parte más sutil del plano mental y se relaciona con el desarrollo de conciencia mental a través de la iluminación del Intelecto en forma progresiva. Pero la evolución de la conciencia del hombre no se queda allí…, ya que al ir adquiriendo las facultades del entendimiento a través del intelecto, el Alma o Ego comienza a tener experiencias de un nivel superior al mental, el nivel Búdico. Buddhi es un principio superior a manas (mente) y tiene que ver con la comprensión de la unidad de la Vida y con el aspecto Amor y Sabiduría (no un amor sectario…, sino amor impersonal y trascendente, hacia todo y todas las cosas…). Por lo tanto este principio, Buddhi, comienza a tomar “materia consciente en el alma recién cuando el Cuerpo Causal de ha abierto lo suficiente gracias al desarrollo del Intelecto. Entonces podemos decir que:

1-    La conciencia mental se va alquimizando en conciencia búdica.
2-    El alma humana se va transformando en alma divina.
3-    A medida que se completa el cuerpo mental del hombre (Cuerpo Causal), se comienza a construir un nuevo cuerpo o vehículo de conciencia: el cuerpo búdico o vehículo de luz.


            El alma humana es conciencia, comprensión, es una multiplicidad de cualidades del entendimiento. Pero las cualidades del entendimiento deben ser desarrolladas, ya que el hombre, en los inicios de su evolución, no recibe un alma individual ya desarrollada, llena de ricas cualidades de comprensión…, sino que recibe ‘herramientas’ y ‘oportunidades’ para tal desarrollo.

Recordemos que el alma humana o Cuerpo Causal es como un “burbuja” de materia sutilísima mental que debe ser llenada de ‘cualidad’, y esto lo logra el hombre a través de la asimilación de las experiencias de la vida. La asimilación de las experiencias es un proceso lento y amargo durante la primera etapa de la evolución del hombre, ya que se encuentra con experiencias dolorosas de todo tipo que no puede ‘digerir’ al no tener aún discernimiento ni inteligencia. Si embargo, durante esa etapa, que lleva muchas vidas, la asimilación de las experiencias que el hombre no puede digerir en vida, se asimilan en el Devachán (la mente superior, el “Cielo” de los cristianos) después de cada desencarnación. Es decir que en el intervalo entre vida y vida, el alma humana se recoge en su intimidad y asimila la esencia de aprendizaje que pudieron dejar las existencias materiales. Además, en ese lapso programa la existencia siguiente de acuerdo a la necesidad álmica. La necesidad álmica siempre es “la apertura de la Flor del Alma”, que es lo mismo que decir: “la generación de comprensión, de conciencia”. 

La primera etapa de asimilación (inconsciente, como vimos) de las experiencias de la vida, que comienzan a abrir los pétalos de la rueda externa del Loto Álmico, producen la primera iniciación menor en el Ego. Este evento interno es inconsciente, ya que a esa altura aún el hombre no se interesa por estos temas…, como para ser consciente de las razones y causas de los cambios que experimenta. Sin embargo el cambio que se produce es igualmente importante, ya que es un cambio en el “sentir” del peregrino.

Cuando se habla de “iniciación” humana, desde un punto de vista esotérico, siempre la referencia es al Alma, al Ego, no a la esporádica personalidad humana. Es el Alma la que se ‘inicia’, es decir, la Conciencia la que se gradúa o “inicia” en una nueva comprensión. Este es el significado correcto en cuanto a la palabra ‘Iniciación’.

En la 1° iniciación menor (que aún no es la verdadera “Primera Iniciación”, sino el primer paso preparatorio hacia la misma), el ser humano ha asimilado en buena medida, y traspasa finalmente, la parte meramente física de su existencia, y descubre un sentido de belleza que antes no tenía, por que su vida era hasta entonces muy burda y dedicada tan solo a las necesidades y apetitos básicos y materiales. Cuando a partir de una rueda de asimilación de experiencias de ‘vidas’, el alma adquiere una consciencia de comprensión distinta, esto se traduce, como dijimos,  en el “sentir”, llevando al hombre a descubrir por vez primera la belleza en el arte y la devoción religiosa, aunque aún en forma infantil o imperfecta. Se siente movido por primera vez a ‘crear’ y a ‘creer’. Comienza aquí el desarrollo del intelecto, el cual necesitará de muchas vidas más para cultivarse, cosechando más adelante inteligencia, y finalmente sabiduría.


La 2° iniciación menor (que es un paso más para llegar a la verdadera 1° Iniciación), es un avance más en comprensión que abre la segunda rueda de pétalos del Alma. En esta etapa el intelecto ya está en actividad, aunque aún no puede el peregrino reflexionar con hondura y claridad, por que sus emociones lo ciegan. Esta etapa, es justamente una gran prueba de conocimiento y asimilación de las emociones. Las enfermedades del alma (si es que se puede emplear esa frase…) tienen su raíz principal en trabas a nivel astral, y el superar esas trabas es sanación interna.
La verdadera enfermedad en esencia, es la consciencia de ser un yo separado del resto y el apego emocional a esa idea. Ir superando en conciencia a ese “yo pequeño y pobre”, es sanación para el alma, por que el propósito del alma es la expansión de la conciencia, es decir, la expansión del YO, con comprensión. Por lo tanto, esta 2° Iniciación (de las menores o preparatorias) es un avance en conciencia relacionado a este tema. El peregrino experimenta un nuevo cambio en el “sentir” que lo lleva a un despertar de la compasión a través de una especial apertura del chakra cardíaco. Esto ocurre por que la segunda rueda de pétalos álmicos, los pétalos de amor, se abren. La caridad y la compasión nacen por primera vez en el peregrino al experimentar esa ‘apertura’ cardíaca; aunque por supuesto, tal apertura es tan solo el primer paso importante del despertar del corazón, aún plagado de impurezas en la conciencia.


La 3° iniciación menor, que le sigue a las otras 2 etapas citadas, es la verdadera PRIMERA INICIACIÓN. Mientras en la 1° y 2° iniciaciones menores o preparatorias el peregrino fue superando y asimilando experiencias en los niveles físico y astral respectivamente, en esta ocasión la experiencia se polariza en el plano mental. Es recién en esta etapa donde el hombre va adquiriendo la capacidad de razonar y reflexionar con más profundidad. Se interesa por los problemas existenciales y puede sentirse llamado al estudio de filosofía, esoterismo, ciencia, cosmogonía, y temas relacionados a las profundidades de la Vida. Su “sentir” se refina y su discernimiento de agudiza. Aprende a elaborar creativamente pensamientos abstractos y a sintetizar ideas, y aplica esa capacidad para comprender los asuntos que la vida le presenta y para entender los problemas mundiales. Puede utilizar esa capacidad para servir a la solución de problemas, y convertirse en un filántropo.

En síntesis, podríamos decir que en esta etapa el hombre se convierte en un pensador, y si recordamos que uno de los sinónimos de Alma humana en Teosofía es “el Pensador(de “manas”: mente; raíz del sánscrito “man”: ‘pensar’), veremos que esta etapa es la correspondiente a la integración y fusión entre alma y personalidad. La personalidad se une funcionalmente con su alma y el hombre se convierte conscientemente en ‘el pensador’. El puente del intelecto (antakarana) se ha construido, y la atmósfera del alma ya está en el hombre a consciencia. La Flor del Alma se ha abierto más y su perfume, el aroma del Ego, desde su propio plano, inspira creativamente el pensar y el sentir del hombre físico.

La gran 1° Iniciación es entonces la que señala el evento clave de que el Alma comienza a regir la vida de la personalidad humana. A partir de aquí se puede decir que la conciencia del peregrino es, en gran proporción, “Conciencia álmica”, al menos en un nivel mental ya con buen desarrollo.

Estas 3 grandes etapas del alma humana que llevan a la 1° gran Iniciación desarrollan en gran medida los átomos físico, astral y mental permanentes que existen en el Cuerpo Causal. El desarrollo de estos átomos dará lugar posteriormente al desarrollo de niveles superiores, donde existen los átomos búdico y átmico permanentes, los cuales también deberán en etapas posteriores, adquirir cualidad de materia consciente.

A partir del desarrollo de estos 2 átomos permanentes superiores se desarrollará el Cuerpo de Luz o Cuerpo Espiritual, con materia búdica y más adelante, átmica. Este “nuevo vehículo” da lugar al desarrollo más pleno de la conciencia búdica, también llamada conciencia crística o solar (aspecto “Hijo”.  Pétalos de amor y sacrificio), y posteriormente a la conciencia átmica (aspecto “Padre”. Pétalos de voluntad espiritual). Cuando tales niveles de conciencia han sido conquistados, significa que la Flor del Alma en el Cuerpo Causal ya ha abierto sus 12 pétalos, y que por lo tanto, el propósito del Cuerpo Causal ha sido cumplido. Entonces este desaparece, siendo absorbido por el Cuerpo de Luz o Vehículo Monádico (como también le podríamos llamar) que se fue entretejiendo a partir del desarrollo de los átomos búdico y átmico permanentes.

Lo recién expresado deja ver que el Cuerpo de Luz nace mientras se está abriendo el Loto Egoico en el Cuerpo Causal. Durante una etapa estos dos procesos son simultáneos. Dicho con otras palabras, que significan lo mismo, diríamos que “mientras el alma humana transita su última etapa de desarrollo, el alma divina nace y se va formando”. No hay que olvidar que estos son, todos, aspectos de la Conciencia, que va experimentando procesos de alquimia, transformación y expansión.

Recordamos que el Cuerpo Causal existe en el plano mental superior, es una ‘burbuja’ de materia mental, mientras que el nuevo Cuerpo de Luz está formado de materia mucho más sutil y refinada (de los planos búdico y átmico).
Estos últimos procesos sintéticamente explicados pertenecen a la 4° y 5° iniciaciones (que son verdaderamente la 2° y 3° desde el punto de vista de la Jerarquía).

Como hemos podido ver, todas las etapas sucesivas de evolución de la conciencia del hombre tratan en primer lugar del desarrollo cada vez más pleno del intelecto, y luego del desarrollo de Buddhi (Intuición: ver la esencia de unidad en todo), y más allá…, hasta alcanzar la comprensión del SER, el sentimiento y entendimiento cabal del “Yo Soy” ilimitado.


Hasta la próxima!!!

           

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